Hoy en día es común ver en redes sociales fotos de niños en sus cumpleaños, vacaciones o simplemente jugando en casa. Lo hacemos con cariño, para compartir momentos con familia y amigos. Pero ¿te has preguntado qué pasa con esas imágenes una vez que las subes? Este fenómeno tiene un nombre: sharenting, y está directamente relacionado con la privacidad de los niños.
El sharenting ocurre cuando madres, padres o cuidadores publican información, fotos o vídeos de menores en Internet. Aunque parezca algo inocente, esta práctica puede tener consecuencias serias para la seguridad, intimidad y bienestar del niño. Y lo más preocupante: muchas veces lo hacemos sin pensar en ello.
En este artículo te explicamos de forma clara qué es el sharenting, cuáles son sus riesgos, qué dicen los expertos y tribunales, y cómo puedes compartir momentos familiares sin poner en peligro a tus hijos. Porque proteger su privacidad no es exagerar: es cuidarlos también en el mundo digital.
Riesgos del sharenting para la privacidad de los niños
Publicar fotografías o datos de un menor puede exponerlo a graves riesgos. Una vez que la información sale de nuestras manos, el menor ya no puede decidir quién la ve. Algunos de los peligros principales son:
Pérdida de privacidad
El contenido compartido crea una huella digital que el niño no eligió. Una vez subido, no podemos controlar su difusión (se puede descargar, copiar o republicar sin permiso).
La AEPD advierte que incluso la geolocalización en las fotos revela dónde está el niño en cada momento.
Ciberacoso (bullying)
Compartir datos personales de los hijos (colegio, ropa, pasatiempos) puede facilitar que otros los molesten o intimiden en internet.
Un ejemplo son memes malintencionados: la UNICEF señala que se teme que alguien pueda reutilizar o deformar imágenes infantiles en Internet.
Fraude o suplantación
La información publicada permite que desconocidos creen perfiles falsos o intenten estafas usando la identidad del menor. Datos sencillos como nombres completos o fechas de nacimiento publicados pueden acabar en manos de empresas de datos que perfilan a los niños.
Grooming y abusos
Compartir fotos de los niños puede atraer a personas malintencionadas.
La Fundación ANAR advierte que datos como rutina del niño, uniforme o ubicación lo hacen vulnerable al grooming (engaño por adultos con fines sexuales) o incluso a la pornografía infantil.
Consecuencias emocionales
Varios estudios indican que la sobreexposición puede afectar la autoestima del niño.
El País señala que la exposición constante de los menores en redes suele generar “baja autoestima y alta frustración”.
Muchos niños crecen creyendo que deben cumplir una imagen ideal frente a los demás, lo que puede causar vergüenza o ansiedad.
De hecho, un informe EU Kids Online encontró que el 42% de los menores reconoce sentirse avergonzado por el contenido que sus padres publican sobre ellos.
En resumen, el sharenting transforma la vida privada de un niño en algo público. Deja de ser un recuerdo íntimo de familia para convertirse en un dato que cualquiera puede ver y usar.
Como advierte PantallasAmigas, “al compartir imágenes o información de nuestros hijos… les estamos creando una huella digital”.
Por eso es importante ser conscientes de estos riesgos antes de publicar algo sobre ellos.
Cuando el cariño se vuelve problema: casos impactantes de sharenting
Aunque subir fotos de los hijos parezca inofensivo, estos casos reales demuestran que no siempre es así.
Aquí te contamos ejemplos concretos que muestran cómo la justicia interviene —y por qué es tan importante cuidar lo que compartimos.
Italia (2018): madre paga 10 000 € a su hijo
Un tribunal de Roma sentenció que una madre debía destinar hasta 10 000 € a su hijo de 16 años si seguía publicando fotos, vídeos o datos suyos sin su permiso.
El juez determinó que el malestar del joven era real y que su intimidad había sido vulnerada. Este fallo recordó que los hijos también tienen voz sobre su imagen.
España (2022): el abuelo que no borraba
En Guipúzcoa, un padre fue obligado por un tribunal a retirar de Facebook y WhatsApp las fotos de su hija tras una demanda de la madre.
Ella insistió varias veces en que las eliminaran, y como el padre se negaba, recurrió a la vía judicial.
Al final, tras llegar a un acuerdo, el progenitor accedió a borrar las imágenes.
Este caso subraya que incluso entre cónyuges la ley exige respetar la intimidad del niño por encima de la voluntad de uno de los padres.
España (2024): el eurodiputado sancionado
La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ordenó a un abuelo eliminar fotos de su nieto publicadas en redes sociales, después de la reclamación de la madre del niño.
En otra situación similar en 2020, un padre retiró imágenes de su hija tras una demanda de la expareja.
Estas resoluciones muestran que las autoridades españolas están dispuestas a intervenir cuando la exposición en Internet va en contra de la voluntad de uno de los responsables del menor.
Países Bajos (2021): abuela pierde en los tribunales
Un juez en Gelderland ordenó a una abuela retirar fotos de sus nietos publicadas en Facebook y Pinterest sin autorización de la madre.
Además, preveía una multa diaria de 50 € por cada día que no cumpliera.
Este caso refuerza que, aunque las redes sociales parezcan “privadas”, su difusión es pública y requiere consentimiento legal estricto.
Lección principal
Estos ejemplos muestran una clara tendencia legal: el interés del menor siempre debe primar sobre el deseo del adulto de compartir.
La abogada Carla Vall lo resume bien: “¿Qué beneficio tiene esto para el menor?”.
Y la respuesta debe guiar nuestras decisiones sobre el sharenting y la privacidad de los niños.
Datos y estadísticas recientes
Varios estudios cuantifican la magnitud del sharenting hoy en día:
El 89% de las familias españolas comparte al menos una foto o vídeo de sus hijos en redes sociales cada mes.
Sólo el 24% de los padres admite pedir permiso a sus hijos antes de publicar esas imágenes. Esto significa que 3 de cada 4 familias lo hacen sin consultar al menor.
El 42% de los niños reporta sentirse avergonzado por el contenido que sus padres suben sobre ellos. Este dato revela el impacto emocional que puede tener el sharenting en la infancia.
A nivel internacional, una encuesta de seguridad informática encontró que el 81% de los bebés ya “existe” en Internet antes de los seis meses de vida (por fotos publicadas desde el embarazo y los primeros meses).
Además, en países como Reino Unido se estima que antes de los 5 años cada niño puede tener en promedio 1.000 fotos circulando online.
Estas estadísticas (Fuente: EU Kids Online, AVG, etc.) muestran que el sharenting es muy común. Pocas familias se libran de publicar algo de sus hijos.
Sin embargo, como recuerdan los expertos, más información no significa más seguridad: almacenar montones de fotos infantiles en la nube o en redes públicas aumenta el peligro de filtración o abuso.
Recomendaciones para compartir con responsabilidad
Si decides compartir fotos o datos de tu hijo en Internet, conviene seguir ciertas pautas para proteger su privacidad:
Consulta al menor
Siempre que tenga edad para entenderlo, pregúntale si está de acuerdo con la foto o información que se va a publicar.
Enseñarles sobre consentimiento es clave en Internet. Recuerda que actualmente sólo el 24% de los padres pregunta permiso a sus hijos.
Configura privacidad estricta
Ajusta tu perfil para que solo vean tus publicaciones los familiares y amigos cercanos.
La AEPD recomienda revisar quién puede acceder a tus publicaciones y desactivar la geolocalización en las fotos.
No aceptes solicitudes de amistad de desconocidos y revisa periódicamente la lista de contactos.
Usa álbumes cerrados o apps seguras
En lugar de publicar en redes masivas, considera crear álbumes privados.
Por ejemplo, Google Fotos permite crear un álbum compartido solo con las personas que tú elijas.
También existen aplicaciones especializadas (como FamilyAlbum, Tinybeans o 23snaps) diseñadas para que las familias compartan fotos de forma privada y controlada.
Estas opciones evitan que las imágenes circulen públicamente.
Comparte solo lo esencial
Evita datos sensibles como direcciones, rutinas diarias, fechas de nacimiento completas o nombres de colegios.
Ni siquiera subas fotos del niño desnudo o en paños menores.
PantallasAmigas aconseja asegurarse de que los niños siempre estén vestidos en las fotos que compartimos.
Piensa antes de publicar: “¿Cómo me sentiría si mi hijo viera esto dentro de 10 años?”.
Lee las políticas de cada red
Cada plataforma tiene sus propias reglas de privacidad. Infórmate sobre qué hace cada red social con las imágenes (a veces permiten usos comerciales).
Y ten en cuenta que lo que compartes puede ser permanente, incluso si borras la foto de tu cuenta.
Aplica filtros o marcas de agua
Si temes la reproducción no deseada, puedes difuminar caras o poner marcas de agua en las fotos antes de subirlas.
Así, aunque alguien descargue la imagen, tu marca identificativa les dificultará el uso fraudulento.
Habla con otros adultos
Pide a abuelos, tíos y amigos que respeten tu decisión de no sobreexponer al niño. Explica por qué no quieres que compartan fotos suyas en sus redes. Según UNICEF, mantener conversaciones claras y establecer acuerdos familiares ayuda a que todos respeten la privacidad de los menores.
En definitiva, se trata de equilibrar los beneficios de compartir recuerdos con los riesgos de exponer a nuestros hijos. Menos puede ser más: basta con unas pocas fotos bonitas cada cierto tiempo, en vez de una avalancha diaria de imágenes. La idea es compartir con cuidado, evitando información que pueda perjudicar al niño ahora o en el futuro.
Conclusión
El sharenting y la privacidad de los niños son dos conceptos que deben ir de la mano: compartir recuerdos familiares no debe suponer comprometer los derechos de los menores.
Como hemos visto, publicar sin control puede generar riesgos de seguridad, legales y emocionales para los niños. Los casos reales demuestran que, llegado el conflicto, la ley suele proteger al menor.
En resumen, proteger la privacidad infantil implica poner al niño primero: antes de publicar, hay que preguntarse “¿esto es realmente bueno para él o ella?”. Guardar imágenes de forma privada (por ejemplo en álbumes cerrados) y respetar la intimidad de los menores son prácticas sencillas pero eficaces.
Al final, el mejor consejo es la moderación: comparte los momentos importantes con responsabilidad, sin sobreexponer la vida de tus hijos. Así contribuimos a que su niñez sea segura y privada, en el mundo físico y también en el digital.